Un episodio depresivo es distinto de las variaciones habituales del estado de ánimo. Estos episodios abarcan la mayor parte del día, durante al menos dos semanas. Pueden presentarse varios síntomas más, como:
Los episodios depresivos pueden clasificarse en leves, moderados o graves, en función del número y la intensidad de los síntomas.
Los factores que pueden aumentar el riesgo de depresión en adolescentes incluyen antecedentes familiares de depresión u otros trastornos mentales, experiencias traumáticas o estresantes, cambios hormonales durante la pubertad, problemas familiares o conflictos, abuso de sustancias y ciertos factores biológicos.
No puede haber un factor en general, pero hay factores específicos que puedan llevar a padecer este estado, pero aquí están los más comunes:
La depresión no tratada en adolescentes puede tener consecuencias graves, como dificultades académicas, problemas en las relaciones interpersonales, comportamiento de riesgo, abuso de sustancias e incluso intentos de suicidio.
Tener depresión no es una elección ni busca atención; es una enfermedad mental que lamentablemente no se le ha dado la importancia necesaria en los últimos años. A menudo se minimiza o ignora, y esto es contraproducente. Como cualquier enfermedad, sin el tratamiento apropiado, irá aumentando hasta el punto en que la persona no pueda más y termine en un desenlace trágico. Por eso, hay que darle la importancia que se merece; una persona con depresión no es que no quiera hacerlo, es que no puede y necesita ayuda para poder salir adelante. Es mucho más grave de lo que las personas creen.